Criaturas letales de frontera

Las personas somos primates:
-Tenemos manos de cinco dedos con un pulgar, que nos permite manipular con precisión y es la base física de nuestro desarrollo tecnológico.
-Somos plantígrados y tenemos vista anterior. Es decir, apoyamos la planta del pie al andar y nuestros dos ojos miran hacia adelante. Esto nos permitió tener gran visibilidad y rapidez en la acción. Ambas características nos convirtieron en unos cazadores muy peligrosos capaces de andar grandes distancias.
-Tenemos las mamas en situación pectoral y miramos a los ojos de la cría mientras mama. Y esto fue uno de los factores de la fortaleza de nuestro vínculo social. Este vínculo a su vez colaboro en el desarrollo del cerebro, y entre todas sus funciones, una básica para nuestra evolución como especie, el lenguaje.
A través de los años acabamos naciendo con un cerebro maleable que necesita aprender todo lo importante para la supervivencia, y pasamos 20 años al menos hasta que desarrollamos nuestro ser individual y nuestro lugar social. Esto tiene como una de sus consecuencias que nuestra evolución cultural, individual y comunitaria, sea una fuerza de transformación muchísimo más rápida y versátil que la evolución natural.
Y así, con capacidad para ver de lejos y andar muchos kilómetros, agarrando una herramienta y perteneciendo a grupos solidarios consigo mismos y una gran capacidad de asimilación de información, fuimos desarrollando capacidades intelectuales, dominio de la tecnología y sociedades. Y así debió surgir el homo sapiens hace 300.000 años. Desde hace 200.000 años empezamos a migrar, empujados por las circunstancias, por alteraciones negativas del hábitat o por factores relacionados con el éxito reproductivo. Mientras nos movíamos, evolucionamos y ocupamos todo el planeta. Hoy nuestra civilización domina la Tierra. A la par, hemos puesto en peligro la supervivencia de la vida en su conjunto. Pero algunas cuestiones básicas de nuestra esencia primate, siguen intactas.
Los primeros colapsos climáticos

Antes del Sapiens ya había migrado el Homo Erectus y el Neanderthal. Pero el Sapiens es, de los tres, el más letal. En África, donde nos convertimos en lo que somos, los grandes animales siguen existiendo, porque pudieron ir adaptándose a las capacidades para la caza que íbamos desplegando como primates y aprendieron a protegerse, pero cuando alcanzamos ecosistemas que no conocían nuestras características, arrasamos con todo lo que encontramos a nuestro paso de una manera muy sencilla, gracias a esa evolución cultural más rápida que la natural. Esta expansión ha sido un movimiento continuo por ir saltando fronteras que nos íbamos encontrando. En estos movimientos migratorios hasta las Islas del Pacífico, el Polo Norte y América, encontramos nuevos lugares donde vivir, pero allí por donde pasábamos, era a costa de mutilar trágicamente la riqueza biológica del planeta. Tenemos el triste honor de haber extinguido con nuestras técnicas de caza primate sapiens las criaturas más grandes, más asombrosas y más feroces del planeta.
Por lo visto, cuando llegamos a Australia, extinguimos sesenta especies gigantes en versión marsupial: Rinocerontes, hipopótamos… además de un montón de especies pequeñas. Al matarlos, dejaron de comer la hierba y dejaron de fertilizar con sus orines y estiércol los suelos frágiles de ese continente. Se seco la vegetación y aumentaron los incendios. El carbono que estaba depositado en esos grandes herbívoros, en la vegetación y en el suelo, se convirtió en humo. Se erosionaron los suelos. En una zona del continente existían unas selvas tropicales que generaban, como hoy el Amazonas, el 80% de sus propias precipitaciones. Dejo de llover. Y desaparecieron. Y con ellas también unos enormes lagos que existían en el interior del pequeño continente. El primer colapso por emisión de gases de invernadero provocados por la acción del homo sapiens fue en Australia. Qué cosas tiene la vida.
Cuando llegamos a Europa sucedió algo parecido. Los Neanderthales habían llegado antes y cazaban también, pero de forma más rudimentaria. Eran menos letales y pudieron convivir con toda la riqueza animal del continente durante cientos de miles de años. Su menor capacidad de evolución cultural protegió el resto de vida con la que les toco compartir recursos. Cuando llego el Homo Sapiens, hace 30.000 años, extinguimos los elefantes y dos especies propias de rinocerontes, europeas. Con las glaciaciones, mientras lo que se conoce como la estepa del mamut , desde el norte de Francia a Alaska, estuvo aislada por el frío pudieron sobrevivir el mamut lanudo, el rinoceronte lanudo, el bisonte, el buey almizclero, el alce, el caballo gigante, megamamíferos que eran producto de la gran riqueza biológica de ese territorio terrestre.
Colapso Mamut

Hoy Siberia tiene un suelo demasiado ácido. No hay yerba, sino líquenes. Es imposible que pudiera mantener esta cantidad de vida, pero aparecen sin cesar huesos de estos fantásticos animales. ¿Por qué cambio ese gigantesco hábitat terrestre extraordinariamente productivo?
Sucedió algo parecido a lo que paso en Australia. El hábitat frio era tan rico en vida animal en su versión mega, gracias al mamut. Este animal fantástico tenía un largo pelo grasiento que le protegía de las ventiscas. Sus colmillos eran gigantescos quitanieves, que dejaban al descubierto la yerba. Su gran joroba era un depósito de grasa que le permitía soportar ese hábitat. A pesar de las ventiscas y el frio, no dejaban de avanzar, aún en invierno, removiendo la nieve para encontrar comida, rumiando, meando, cagando, con muchos animales que marchaban detrás de ellos, aprovechándose de su labor. Generaban pasillos habitables en condiciones tan extremas.
Hoy la estepa no da de comer como entonces. La yerba muerta no se pudre, sino que se congela y se convierte en turba, que nunca se descongela y no se puede acceder a los nutrientes. Además es ácida. La yerba no puede crecer ahí. Los mamuts cuando buscaban alimento removían el suelo, y con la subida de las temperaturas, quedaba al aire antes. Se podía acceder a sus nutrientes, y la yerba crecía. Aunque ahora hace más calor, no llega a descongelar esa turba. Pero sobre todo, hoy, la tundra no es fértil porque su suelo no tiene fósforo y nitrógeno. Sin embargo, en la estepa del mamut, el abundante flujo de orina y estiércol fertilizaba la pradera aportando gran cantidad de estos nutrientes. Es decir, esa pradera era pradera y no tundra por la acción de los mamuts. Hay científicos que denominan bancos de carbono a los grandes herbívoros: Comen la vegetación con el carbono que contiene. Lo devuelven en forma de estiércol que fertiliza los suelos. Sale de nuevo la yerba. Retienen ese carbono sobre la corteza terrestre para que de energía a la vida y genere más vida. No acaba en la atmósfera en forma de emisión gaseosa. Los mamuts eran unos inmensos jardineros que aumentaban la productividad biológica, no solo para su especie. Durante millones de años de evolución, estos grandes mamíferos herbívoros, la corteza terrestre y la atmósfera crearon interrelacionados un fantástico círculo de vida. A pesar de nuestra mayor evolución cultural, nosotr@s no hemos sido capaces de lo mismo.
Con el calentamiento del planeta, los homos fueron arrinconando a estas maravillosas criaturas hacia el muro de hielo que suponía Alaska. Hace unos 3.500 años aniquilamos a los últimos. Y con ellos murió su estepa. Este es el segundo gran colapso biológico por la acción humana. Y queda constancia fósil de cómo ya hemos alterado antes el equilibrio del carbono en la tierra.
Cuando pudimos llegar a América, la extinción debió tener lugar mucho más rápido todavía. En 500 años los humanos de la cultura Clovis debieron extinguir 34 géneros de grandes mamíferos en el norte y 50 en el sur. Los grandes animales que sobrevivieron, osos y alces, debieron llegar a la vez que los humanos, los conocían, y supieron protegerse.
También extinguimos a otros simios erectos. Y el sapiens creó un espacio para él solo.
Las fronteras del patriarcado

A la vez que nos hacíamos dueños de los territorios, construimos, dentro de ese ser social cultural que somos, una sensación de poder sobre los animales más feroces o los ambientes más adversos. Nos fuimos creyendo los Dueños de la Tierra, no percibimos los efectos en el medio de nuestras acciones y fuimos ignorando las interrelaciones que nos unían a ella y al resto de la Vida. Este proceso de empoderamiento idiota no ha dejado de tener lugar desde hace 300.000 años. Hoy, ya no existe más frontera para la huida hacia adelante. Pero la idiotez humana parece infinita.
Este concepto de “frontera pura”, es decir, llegar a territorios a los que nunca había llegado antes un primate homo, hace tiempo que fue superada. Y nosotras, como primates culturales, podíamos haberlo superado también mentalmente. Pero después de estas primeras colonizaciones hubo miles de años de muchos aislamientos que crearon unidades culturales diferentes. En cuanto pudimos tener mayor capacidad de movilidad, especialmente tras la domesticación del caballo y el invento de la rueda, volvimos a iniciar movimientos colonizadores esta vez más rapidos, que volvían a percibir fronteras, aunque estas, desde el punto de vista primate sapiens, no lo eran, puesto que todos somos especímenes.
Hubo procesos de integración, los menos. Normalmente estas nuevas “fronteras” surgían de la lucha por los recursos y generaban subsiguientes procesos de integración por la fuerza e incluso de aniquilación. El mayor nivel tecnológico, de armamento especialmente, y una mayor estructura social y por tanto un grupo más fuerte, eran factores decisivos para salir victoriosos o vencidos de esos encuentros.
Dentro de estas nuevas colonizaciones están las decisivas oleadas indoeuropeas, seguramente por parte de los primeros ganaderos de caballos. Esto les dio rapidez y poder sobre los adversarios a pie. Estas colonizaciones serían las que asimilaron el sustrato paleolítico europeo y sus creencias en la Madre Tierra e inauguraron otro sistema de creencias que hoy denominamos patriarcado. Estas oleadas están detrás de la cultura celta, la griega, la romana, la judaica, la india. La multitud de culturas subsiguientes siguió con esos procesos de colonización que darían lugar al Imperio Romano, las culturas Bárbaras del norte, y de aquí surgirían los reinos medievales que a su vez, acabaran construyendo los estados europeos, en un continuo proceso de superación de fronteras por los recursos que cada vez eran menos geográficas y más mentales, como por ejemplo en la península ibérica, frontera a su vez entre la cristiandad y el islam.
La penúltima frontera

Estos estados europeos, con la corona de Castilla como pionera, serán los que traspasen quizás la última gran frontera que quedaba, el Continente ignorado, América. Y esa frontera permitió expresar, de nuevo, el máximo poder letal del homo sapiens. Cuando los europeos llegamos con una tecnología de la agresión más desarrollada y un grupo social estructurado entre monarquía e iglesia, arrasamos con todo lo que encontramos en las zonas más accesibles. El substrato humano anterior americano, aquel que a su vez había arrasado hacia 50.000 años los megamamíferos del continente, sufrió una gran degradación de sus condiciones de vida y sus modelos culturales que más de 500 años después todavía se mantiene y se ha agudizado por la mejora de la movilidad del capitalismo.
Esta cultura europea colonizara también, gracias a esa supremacía tecnológica de las armas y la navegación, pero sobre todo a unos sistemas de creencias, África, Asia y Australia. Después de Castilla, Francia e Inglaterra serán los titulares del Imperio de Ultramar, también Portugal, Bélgica, Alemania… para llegar al neocolonialismo del siglo XX.
El Imperio del Chicle y el Swing

En este siglo EEUU, el país creado precisamente alrededor de un sentimiento agudo de frontera, ha estado detrás de un proceso de colonización de los países productores de petróleo y de Sudamérica, en este caso desde el fin de la Guerra de Secesión, pero sobre todo después de la II Guerra Mundial. Las necesidades de su modelo le han ido obligando a seguir traspasando fronteras en busca de más recursos. Hoy estas fronteras son las estructuras políticas nacionales que no permiten a un supuesto estado democrático la ocupación directa de esos territorios, y por eso sus tácticas de neocolonización se camuflan con estructuras económicas, lobbys de muchos signos, colonización mediática, golpes de estado de bandera falsa, ocupaciones legitimadas con denuncias falsas, estructuras paramilitares, colonización cultural a través de la tv, internet, el cine o la música. También han colonizado Europa después de la II Guerra Mundial, con el Plan Marshall, la OTAN y el Club Bilderberg como instrumentos de control económico, militar e ideológico-clientelar. Ha podido hacerlo porque hasta ahora ha sido el Estado más fuerte, económica y militarmente, del mundo. Ahora sus “fronteras”, las coloniales y las mentales, se resquebrajan. Y ese es el sentido de los conflictos en Oriente Próximo, la lucha comercial con el Imperio emergente China, que por su parte está traspasando fronteras geográficas, económicas y culturales vertiginosamente. La rotura de la frontera sur de EEUU da sentido también a todos los movimientos políticos en Sudamérica en los que siempre subyace una idea de frontera, de lo diferente, que da legitimidad a la apropiación de esos recursos y esas cotas de mercado que el Imperio yanqui necesita para mantener un status dentro del nuevo Orden Mundial.
Hoy en día, las necesidades del sistema establecen una frontera en cada territorio que dispone de recursos decisivos para el sistema, y es la frontera más letal que los homo sapiens hemos establecido, por la que peligra la vida en el planeta, con el asesinato o esclavitud de millones de personas. Me refiero a la Última Frontera,
Continuará